viernes, 4 de diciembre de 2009

Qué eres, ¿de Nesquik o de Cola-cao?

El cristianismo y las democracias siempre nos han dicho que todos los hombres somos iguales. Yo, sinceramente, no puedo estar en más desacuerdo.
Además me alegro de que no sea así. Que coñazo y que aburrimiento si todos fuéramos iguales. Desde luego al capitalismo le vendría de perlas. Imaginaos que a todos nos gustara la misma música, el mismo color o el mismo tipo de pitanza. De cojones, una misma campaña de marketing global y se ahorrarían un pastón. Uniformizar la sociedad es su principal objetivo. Pero ¡¡¡NO!!! Yo me niego, me resisto y me despellejo. La diversidad es lo que nos hace interesantes y de todo tiene que haber en la viña del señor. Ego dixit.
Lo cierto es que desde que nacemos manifestamos preferencias y particularidades que nos hacen ser únicos y que forjan nuestras afinidades con otros congéneres o grupos. Hay críos que comen potitos y otros los escupen.
Con el chupete pasa lo mismo. A algunos hay que quitárselo a los 4 años y sufren algo parecido al mono del tabaco. En mi caso debió ser un pulso de voluntades. Mi madre me ha contado que yo pasaba de los chupetes olímpicamente. Succionaba la sustancia en la que los impregnaban para engañarme y lo escupía con desdén. Mi abuelo, que debía ser un friki de cuidado, decía que era porque no me gustaba el color. Así que se pasó un año comprándome chupetes de todos los colores habidos y por haber sin tener ningún éxito. Quizá si me hubiese traído uno negro con estampao de calaveras...
El caso es que ya son los primeros indicios de polarización social: bebés pro-chupete y puristas de pezón. Entusiastas de los potitos y conservadores de la papilla casera con galletas.
En la fase de transición de mamífero a zampachuletas ocurre un fenómeno traumático que todos los seres humanos experimentan. Hay un año de nuestras vidas en el que todos los putos días nos dan puré. No es de extrañar que un porcentaje mayoritario de adultos sientan una repugnancia y aborrecimiento irracional a todo lo que esté pasao por la batidora. Para justificar su fobia a los purés suelen aludir razones de textura o color, pero en realidad es un trauma infantil que no recuerdan. Esos 12 meses con un plato lleno de sustancia verde líquida y viscosa y tu madre metiéndote el cucharón hasta la laringe.
El tiempo pasa y uno va definiéndose. O se es de dulce o se es de salao. Los gustos también dicen mucho sobre tu personalidad. Por ejemplo preguntar a vuestros conocidos si son de Nesquik o de Cola-cao. La gente de Cola-cao tendemos a ser más brutos y más bastorros. Sin embargo los que prefieren el Nesquik tienden a ser más delicados, pijillos y espigados. Lo mismo ocurre con los niños Tente o los de Lego. El Tente era mucho más mazacote. Con el Lego podías hacer más cosas aunque tenías que ser habilidoso y no un puto desastre. Yo era de Tente y me hice un castillo con foso en plan bárbaro que molaba un huevo. Claro está que también hay minorías elitistas. Estaban los típicos que tomaban Cacao en polvo y jugaban con el Mecano. Solían ser gente friki que pedían un telescopio para reyes.
Ahora bien, hay valores universales que nos unen. Por ejemplo: los clicks de Famobil (ahora Playmobil). Geniales. A quien no le han apasionado los clicks... Esos peinados cascote-tazón. Esas extremidades rígidas con manos troqueladas en gancho. Siempre como tensos. Los accesorios y decorados. Ahí no había diferencias. Los Cola-cao y los Nesquik podíamos pasar días enteros montándonos películas con el barco pirata o cualquier cosa.
Otro punto de encuentro es el chocolate. La militancia en los frentes del dulce o del salao no es impedimento para su adoración. El chocolate siempre mola.
La diversificación sigue y uno se decanta por Coco o por el monstruo de las galletas. En carnavales quieres ir de princesa o de bruja. La elección de superhéroe dice mucho: Spiderman, Superman o Batman. Las minorías elitistas solían elegir a Phantomas o a La Cosa del pantano.
Llega la adolescencia y entonces si que se complica la cosa. Punk o heavy metal. Pijo o rapero. Emo o latin king. En esta fase de la vida, el ansia de autoafirmación y el deseo de querer diferenciarse provocan gran numero de tribus, músicas, géneros y subgéneros. Por poneros un ejemplo. El metal. Dicho así parece fácil pero si alguien me explica claramente las diferencias entre todo esto le hago una estatua ecuestre. Heavy metal, trash metal, death metal, chándal metal, nu metal, black metal, goth metal, speed metal, folk metal, rap metal, progressive metal, hard metal, metal core, greencore, hardcore...
Cuando empiezas a salir por los bares hay que elegir entre cerveza o calimocho. También puedes hacerte fan del clarete con gas. Sea lo que sea siempre acabarás potando en una esquina. El paladar va dictando sus deseos. Chupitos guarros de licores de frutas o tequilazo al canto. Aquí ya se va viendo quienes son de la línea dura. Luego están los que beben agua o kas de naranja, claro.
Ante tanta confusión, reivindico otro valor universal: las croquetas. No conozco a nadie a quien no le gusten las croquetas.
A medida que crecen las tetas y los bigotes la diferenciación sigue. De ciencias o de letras. Del SOE o del PP. Las minorías elitistas suelen hacerse republicanos de extrema izquierda o nacional-socialistas. Algunos ingresan directamente en la masonería.
Uno se decide al final si es de Mick Jaeger o de Keith Richards.
Con las drogas pasa lo mismo. Marihuana o hachís. Farlopa o anfeta. Tripis o extasis. Los hay politoxicómanos y otros no se meten nada. Hay gente que sólo se droga con productos de temporada y va al monte a ponerse ciego de monguis. Los más reaccionarios se van al desierto de Chihuhuán y zampan peyote. Según dicen suelen encontrarse con su tótem que siempre es un animal molón como el lobo o el águila. Nunca es un limaco.
Luego están el caballo y el opio pero se consideran sustancias pasadas de moda. El crack, la metaanfetamina y otras son drogas de yankis.
Otro indicador de la diversidad y las ganas de tocar la moral es el café. Yo he sido camarera de cafés y os aseguro que hacen falta nervios de acero.
Mesa de 6 personas:
Señora 1- Un cortado con leche fría.
Señora 2- Café con leche desnatada y con sacarina, cargadito plis.
Señora 3- Yo un cortado con sacarina en vaso de cristal, flojo de café por favor.
Señora 4- Yo un descafeinado de máquina con leche templada y 3 sobres de azucar. Ah y un chorrico de Bailis.
Señora 5- Un sólo descafeinado con una nube de leche y sacarina. Que este calentito por favor que siempre me lo traéis helao.
Hijo friki de la señora 4- Ummmm... Yo quiero un Cola-cao en vaso de cristal grande con mucha azúcar. La leche caliente y me traes una aspirina por favor.
Pa mear y no echar gota. Y así todos los días.
Al próximo cura que me diga que todos somos iguales le pongo a currar en una cafetería.
De todas formas creo que quizá elabore un test con el cual pueda analizar la personalidad de los sujetos de estudio.
Yo soy pro-pezón, purista de las papillas de galleta, Cola-cao, Tente, Tequila, Hachís, Cortao con Bailis, Triki y de Keith Richards.
¿Y vosotros que sois, de Nesquik o de Cola-cao?